domingo, 15 de diciembre de 2013

Resignificaciones

Te pedí que resignificaras a los pájaros
en el tiempo en que salgo a vender pólizas puerta a puerta,
que nadie quiere comprar
pero de algo tenemos que vivir, me decís,
así que cuelgo la mandolina y me pongo el traje
que no es el de poeta.
Si lo hubieras hecho, resignificar,
ahora no me llamarías vago
cuando las bolsas del mundo caen.
No es la depresión, no me hables
como a un chico de 30;
soy joven para morir aún
y viejo para el rock'n'roll,
y el baterista no necesita ese tambor
excepto para esconder el ron, el rush,
las medias y la merca.
No cambies de religión,
nada más resignifiquémosla,
comprate un vestido con el ahorro para Camboriú,
retrasemos un poco la renta,
que Dios proveerá, justo como hace
con los pájaros,
si se los resignifica.

La realidad se alimenta de dolor,
de tragedia y de tristeza (no me lo decís pero sé que lo pensás)
Todos aferrados a sus statu quo
como a una balsa que hace agua
por los cuatro costados,
por lo que procuran flotar en aguas mansas,
para que dure y no sucumbir.

¿Dónde dejaste mi trineo, rosebud?,
¿dónde mi statu quo?,
de cara siempre a la imprevisibilidad de la muerte,
mi perra pekinesa me mira ahora como diciendo:
"yo no fui, ¿eh?".

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