lunes, 11 de noviembre de 2013

Ascensorista



Tengo miedo de que por llevar el compás
termine rompiendo el arpegio de los minutos que te hacen sonreír
sobre los fragmentos de un tiempo que nunca fue nuestro,
tengo miedo de la voracidad con que el fuego carcome el agua
de un manantial con fondo de lajas, que fue tan fecundo.
Y de que abras las alas en el justo lugar
en que parpadeo tonto llevado por la curiosidad
distraído de la posibilidad de probar tu cuerpo sin rumbo.
Tengo miedo de que me digas que no,
estómago de niño alimentado de mendrugos, de miel y de sal,
después de haber comerciado las mejores intenciones.
Sos la ascensorista de todas las razones y de todas las insignificancias,
ojalá dijeras ojalá,
ojalá sepas disimular
si solo las estrellas me extrañan
sobre la cúpula,
sobre la cópula.

Tipitina, shala la la…
Tipitina, shala lá…
Crepitar de castañas en la hoguera una noche cerrada y junto al río,
o en su defecto, malvaviscos.
No es simplista si es verdadero.

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