miércoles, 15 de enero de 2014

Continuará...



Todas las noches compartidas de insomnio y de plática
cuando tus gatas vigilaban y hasta el cielo dormía;
todas las veces que nos encontramos sin querer en la multitud
tus ojos brillaron felices en la agonía, y los míos también,
en la lluvia tibia y agridulce de lo desdibujado,
de todo lo que puede ser y de lo que no, de lo prometido sin decir,
de las grandes gestas que no se pronunciaron por timidez
o por no resultar inoportuno, inapropiado.
El viento sopló helado sobre los diarios, llevándose lejos las noticias,
la brasa de mi cigarrillo ya te amaba en mis dedos temblorosos.
El tiempo se llevó la información y la convirtió en otra cosa,
vos pasaste por encima de los cables,
todos alelados frente a la pantalla gigante, nadie te veía;
el mundo se desvivía por imponer su agenda,
entonces me invitaste a ver tu espacio secreto.
Nos atravesó la historia en algún momento,
vos no esperabas de mí más que te meciera en mi mirada,
yo quise escucharte a fuerza de sirena
con mi compulsión por destruirme contra las rocas
sin contar con que me amabas.
Porque vos me amás aunque no lo sepas,
porque vos me amás aunque no quieras,
porque vos me amás aunque de otra forma;
terminé yo siendo cuidado en tu regazo,
terminaste vos siendo endiosada.

Y no es más que un juego,
porque no te alarman mis desvelos
ni este poema.

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