Yo sólo hubiera querido convertirme en lobo
Yo solo hubiera querido convertirme en lobo
y que me alcanzara una bala de plata,
o que me disolvieran las espinas, las cruces, el ajo,
pero solo soy otra clase de monstruo.
Hubiera querido morir de risa
abrazado a mí mismo
en la fría mazmorra del Asilo Arkham.
Hubiera querido ser otra clase de villano.
Hubiera querido poder escapar del bosque laberíntico
toda vez, perseguido por la horda.
Hubiera querido morir desmembrado, decapitado,
y quizás así fue
pero fui nuevamente reunido una noche de tormenta.
Ahora vago solitario
en la almena de tu castillo abandonado
sobre algún acantilado níveo de Dover,
y soy un lobo blanco sin retornos bajo tu hechizo,
sin necesidad de máscara de hierro, soy tu prisionero.
Ella es una poetisa enfebrecida
que apenas sabe de mi existencia cuando elucubra su obra.
Yo me fundo a la llama del cirio,
me recuesto en su pluma
pero ella me espanta con descuido cuando, por molestar, soplo en sus manos.
No soy nadie en su vehemencia,
no es por mí su inconducta,
nada tengo que ver ni con su entusiasmo ni con su aburrimiento.
Soy un pantano enamorado de la luna.
O un bandolero que secuestra a una doncella
en un cruce de caminos, sin saber luego qué hacer con ella.
Aún no tengo edad para ser un cabalista,
me pierdo entre las letras,
me pierdo en su mirada.
y que me alcanzara una bala de plata,
o que me disolvieran las espinas, las cruces, el ajo,
pero solo soy otra clase de monstruo.
Hubiera querido morir de risa
abrazado a mí mismo
en la fría mazmorra del Asilo Arkham.
Hubiera querido ser otra clase de villano.
Hubiera querido poder escapar del bosque laberíntico
toda vez, perseguido por la horda.
Hubiera querido morir desmembrado, decapitado,
y quizás así fue
pero fui nuevamente reunido una noche de tormenta.
Ahora vago solitario
en la almena de tu castillo abandonado
sobre algún acantilado níveo de Dover,
y soy un lobo blanco sin retornos bajo tu hechizo,
sin necesidad de máscara de hierro, soy tu prisionero.
Ella es una poetisa enfebrecida
que apenas sabe de mi existencia cuando elucubra su obra.
Yo me fundo a la llama del cirio,
me recuesto en su pluma
pero ella me espanta con descuido cuando, por molestar, soplo en sus manos.
No soy nadie en su vehemencia,
no es por mí su inconducta,
nada tengo que ver ni con su entusiasmo ni con su aburrimiento.
Soy un pantano enamorado de la luna.
O un bandolero que secuestra a una doncella
en un cruce de caminos, sin saber luego qué hacer con ella.
Aún no tengo edad para ser un cabalista,
me pierdo entre las letras,
me pierdo en su mirada.
Etiquetas: Surrealistas o simbólicos
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio