martes, 5 de febrero de 2013

No hay paliativos para el amor



No hay paliativos para el amor,
no hay sucedáneo para la muerte;
es este deambular de ambulancia
para que estemos tan bien
estando tan mal,
abandonando los semáforos
no estás en la autopista.
Morir estrangulado entre tus piernas
no es un viaje en barco.
Tomar la espada y salir a luchar
codo a codo con Juana de Arco.
No somos violentos,
es el producto de esta visión.
No somos modernos,
es que ya estamos hartos del mundo.
Pero solo vos y yo
somos inconfundibles
en esa puja entre el circo y la iglesia;
solo vos y yo cargando la cruz.
Solo vos y yo terminamos de hacer el amor
para quedarnos así callados
en una plegaria de silencios
en que hasta la máquina calla.
Subversión de las extremidades,
¿Qué fue de aquella teoría
de los extremos opuestos?;
siempre las cosas tienden a caer
por su propio peso;
siempre...
Siempre es el sinfín de estas sensaciones
que se pretenden novedosas
en el aburrimiento en que se sume
la humanidad.
El mundo pintado en tono pastel,
qué asco.

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