Asómate

Todas tus ojivas argóticas
a punta de lanza medieval;
siéntate a escribir el poema
de una vez;
no comulgues que aún no da
el plenilunio
ni se concerta la cita.
Mientras yo aprendo
el lenguaje del metal,
amo tu gesto sin malicia
en la mañana;
una mancuerna de ranas
bailando en el estanque,
nadando en el aire
cargado de tormenta epiléptica.
Yo te voy a llevar
adonde las horas son doradas,
yo te voy a hacer reír detrás del cristal
de un ómnibus que se aleja
y juntos descubriremos
la violencia y la sorpresa
de la nieve, ya lo verás.
Despídete de las fauces cotidianas
que te alientan y que alimentas,
yo soy la oruga que te ama,
vos sos el azafrán esparcido
sobre las sábanas,
y ese libro ya no se abrirá
y nuestra fama quedará encerrada
entre pétalos de sal.
Aprovechemos que ahora, distraídos,
todos juegan.