sábado, 13 de abril de 2013

Amor de gatos

Creer en que me amás
es lo más parecido a creer en Dios,
pero soy religioso, vos ya lo sabés.
Tu amor canta en catedrales,
de esas en que me perdí cuando aun era demasiado chico
para andar perdiéndome en catedrales.
No seas tan maternal,
que ninguna madre merece amar a su hijo (o al revés).
No me abandones entre las góndolas de supermercados,
¿no ves que todavía soy chiquito?
No ves dónde está el lugar al que todos llaman cielo,
no ves que la lluvia borra toda la maldad
y lava todas las heridas de tu alma,
como decía papá.

El que aquí entre pierda todas las esperanzas,
esas que de cualquier manera nunca tuve
porque siempre supe que era siempre solo uno y su circunstancia.
Le doy cuerda al reloj, negro el ocho,
los gatos callejeros hacen sus vidas
a sabiendas de mi desazón,
"otro ser superior", piensan y se sonríen.
Apurar un trago (¿un tango?) de absenta, de ausencias,
de fantasmas que tienen a Romeo sangrando en la bañera
mientras corre tibia el agua.

Recordar es como esperarte sin retorno,
es este poema, es chocar como bólido contra mí mismo,
la opción sería hacerlo contra todo aquello que no soy
y no quiero,
no quiero que pase eso
pero sí que pase esto otro, lo que de cualquier manera sucede,
que me amás pero no podés
como Dios, como los gatos.

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