martes, 5 de febrero de 2013

Escritora



Estoy orgulloso de ser el prisionero
de tu fortaleza de marfil,
esa de mil frases encadenadas,
aún cuando fui advertido que lo tuyo
era la repulsión de las gárgolas.
Frente a tu poema sólido
y sin fisuras,
frente a tu dolor estoico
descubro que no es poema
si se esconde la basura bajo la alfombra;
si no flirtea con el patetismo
de la tragedia.
Tu canto es la voz de los enmudecidos
y es sangre que mana de las heridas.
Tu oda desinteresada de palmas
conlleva la afinación de un violín,
perfecta y sensiblemente ejecutado.
Nada sabe la musa de su hermosura,
no le interesa.
Tus dedos veloces sobre las teclas
son la artesanía de la hilandera
que teje su entramado de dolor.
Es lo que hace a tu poesía,
es lo que te hace poeta.
Yo no quiero hallar la salida
de esta prisión.

para Mary Paz.

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