Exorcisame de vos
Todos los amantes de Rimbaud debieran tener a bien
morir a los treintaisiete años,
o antes;
leer "Del Inconveniente de Haber Nacido", de Ciorán,
y después matarse
tragándose el póster
que de Marilyn Manson,
o de su nieto,
tienen colgado
a la cabecera de la cama.
Desde el mayo francés
de Vuestras Majestades Satánicas
hasta el último eslabón de tu cadena de perro
me tenés aburrido con tu decadentismo
de niño caprichoso
que desdeña la cajita feliz de McDonalds,
cuando la cabeza no te da para más
que para ser el empleado del mes
(si igual, ya estás lleno de pines).
No sos demasiado diferente
a tu abuelo, que ve una promesa de FMI
en cada pimpollo del rosedal,
una promesa de inmortalidad
en cada amanecer,
y una promesa de fornicar
en cada flor.
La culpa es de Bukowski, o de su editor.
Pero qué sabrás vos,
que te taladraste el cerebro
con la última aguja que dejó tu papá
antes de decirte que ya todo estaba perdido
y que pararas de hablar,
que ya empezaba el segundo tiempo.
Nada más necesitás que alguien te ame
y te lave la ropa.
Deja de presumir que dormís
sobre tus propios vómitos;
tus vulgaridades aburren.
Y pará de escribir esas porquerías,
que con los años
te van a avergonzar.
morir a los treintaisiete años,
o antes;
leer "Del Inconveniente de Haber Nacido", de Ciorán,
y después matarse
tragándose el póster
que de Marilyn Manson,
o de su nieto,
tienen colgado
a la cabecera de la cama.
Desde el mayo francés
de Vuestras Majestades Satánicas
hasta el último eslabón de tu cadena de perro
me tenés aburrido con tu decadentismo
de niño caprichoso
que desdeña la cajita feliz de McDonalds,
cuando la cabeza no te da para más
que para ser el empleado del mes
(si igual, ya estás lleno de pines).
No sos demasiado diferente
a tu abuelo, que ve una promesa de FMI
en cada pimpollo del rosedal,
una promesa de inmortalidad
en cada amanecer,
y una promesa de fornicar
en cada flor.
La culpa es de Bukowski, o de su editor.
Pero qué sabrás vos,
que te taladraste el cerebro
con la última aguja que dejó tu papá
antes de decirte que ya todo estaba perdido
y que pararas de hablar,
que ya empezaba el segundo tiempo.
Nada más necesitás que alguien te ame
y te lave la ropa.
Deja de presumir que dormís
sobre tus propios vómitos;
tus vulgaridades aburren.
Y pará de escribir esas porquerías,
que con los años
te van a avergonzar.
Etiquetas: Declamativos
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