Réquiem de la ciudad
Adiós a la sordidez
de las horas
y a tus piernas
esbeltas
que son la entrada a
la mañana más ansiada
después del último
plenilunio,
para un chico de
cabello azul.
Yo no tengo nada que
darte en la ciudad,
adiós a tus piernas
y a tu carne,
adiós a las
aeronaves
que desvían tu
mirada hacia el edén de neón.
Yo ya me despego de
tu abrazo y desapego,
me voy de acá,
no pienses que estoy
triste, es que la felicidad
era ese chico en la
bicicleta que despreciaste.
Voy a olvidarme de
mí, de mi equipaje,
yendo adonde
finaliza la ciudad;
nunca más preguntaré
adonde queda Roma
porque confío en el
camino que me promete una curva.
Vos podés verlo así,
pateo en el tablero
y siembro en el viento;
no estaré entre los
crucificados
al costado de tu
ruta.
Etiquetas: Surrealistas o simbólicos
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