martes, 5 de febrero de 2013

Réquiem de la ciudad




Adiós a la sordidez de las horas
y a tus piernas esbeltas
que son la entrada a la mañana más ansiada
después del último plenilunio,
para un chico de cabello azul.
Yo no tengo nada que darte en la ciudad,
adiós a tus piernas y a tu carne,
adiós a las aeronaves
que desvían tu mirada hacia el edén de neón.
Yo ya me despego de tu abrazo y desapego,
me voy de acá,
no pienses que estoy triste, es que la felicidad
era ese chico en la bicicleta que despreciaste.
Voy a olvidarme de mí, de mi equipaje,
yendo adonde finaliza la ciudad;
nunca más preguntaré adonde queda Roma
porque confío en el camino que me promete una curva.

Vos podés verlo así,
pateo en el tablero y siembro en el viento;
no estaré entre los crucificados
al costado de tu ruta.

Etiquetas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio