martes, 5 de febrero de 2013

Por qué te odian



Eres la lava del volcán de mi tierra primera,
esa que secó tantas lunas a base de pura envidia
que te tuvieron
porque eras tan fresca como un remanso
fluyente en el tráfico inexorable de los inmutables.
Eres la adoratriz de las realidades abisales,
hermana de Juana de Arco y de las libélulas
por quien las brujas de ubres secas rezumaron tanto odio en sus calderos,
reflejando tu rostro con sus ojos cartilaginosos sobre la dura superficie de sus fangos calientes
esos que ellas comen, ungiendo rebanadas de pan de centeno.
Hay un millón de motivos para que te odien.
Hay un solo motivo para que te amen.
Te odian porque sos anacoreta turista en los campos elíseos
y porque sos el ocaso vivo de la metáfora y de la belle epóque;
te odian porque a tu antojo entras y sales del laberinto invisible que ellas heredaron
de un padre autoritario, machista y violador;
te odian porque sus duendes murieron de frío y de miedo;
te odian porque sus hijos cayeron en agujeros negros;
te odian porque no cometes ni una falla ortográfica ni de sintaxis;
te odian porque, pobrecillas, no saben leer;
y viendo son ciegas y oyendo son sordas
y porque sus discursos se han completado de palabras vacías
que las ha hinchado como a graciosos pavos reales rellenos de helio;
te odian porque eres la preferida del sol de una tierra lejana y exótica,
más extraña cuanto más lejana
y sus barcas que están siendo succionadas por el gran hielo austral;
te odian por la belleza de tu cuerpo astral,
te odian porque eres terriblemente orgullosa de ti y de tu estrella;
te odian porque tus poemas dicen que eres poeta
y te odian aún más porque has renunciado a todas las baratijas del mundo;
te odian porque ni siquiera saben amarse a sí mismas.
Te odian por no ponerse a llorar.
Hay una sola razón por la que podrían amarte.
Yo te amo por eso.

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