martes, 5 de febrero de 2013

El hombre



Son tosca mojada
sus dos pies quietos,
que desbordan en sus zapatos
como un manantial,
y cuando el sol cuece
un poco más su cuero
ríos de sangre cruzan
por el arenal.
En sus pliegues inscribe
una historia cierta
que aún puede leerse
en la oscuridad;
pero al clarear la mañana
su voz vuela lejos,
el hombre clama en la soledad.
Tiene oídos de roca
como las playas,
una vista lejana
adoradora de la inmensidad;
siente el temblor natural
en su fuero interno
y la danza para todo lo que es
su poder conjurar.

(1996)

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