martes, 5 de febrero de 2013

Romeo y Julieta



Ocurrió que empecé a escribir intentando
decirlo todo, y las palabras no dejaban de brotar,
y brotaron también retoños en las ramas de aquel aromo,
en un jardín disimulado que estaba en su justo
lugar.
Y me puse todo como de marfil y las horas como de cristal,
me sentí observado y sin saber cómo, caí de rodillas.
Es verdad, hay un acuerdo en mi alma,
es que me des la llave si me pongo a esperar,
porque yo sé que la montaña es madre de todos los valles
que confluyen y se alternan en esta inmensidad;
es como el amor y el dolor de todo esto que ha
sucedido
en esta trágica historia de Romeo y Julieta.
Yo no sé si mi fantasma aún se hallará prendido
del balcón de geranios de tu conformidad.
Yo no sé si es tiempo perdido escribir poemas
que hablen del animal y no de la humanidad.
Sucedió que parte de lo sublime trajo el viento de violines,
cuando amanecía en la ciudad,
y estabas vos cocinando medialunas en mañanas enteras,
en los mejores capítulos de mi novela;
y desarmó las letras de moldes, la típica tipografía
de toda vanidad;
sucedió todo esto en los mejores capítulos
de mi novedad.
Quiero ver, quiero estar en la cima de todo
cuando el viento se lleve hasta el último vestigio
de la gloria del final;
yo lo sé, Romeo y Julieta nacieron con el mundo
y volverán a danzar el preludio
de una sinfonía iniciada.

(1998)

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