Hoy Haití

No va a detenerse el mundo
por tu dolorosa hecatombe,
hermana querida;
ayer y mañana
fueron y habrá
nuevas masacres.
Tenemos el poder virtual
de poner a Dakar
en Sudamérica,
y sin vergüenza la mantenemos;
nuestros televisores arden,
por ti y por la telenovela de la tarde,
y por los programas de chimentos
y por la expectativa
del próximo mundial de fútbol,
y porque ya no se puede vivir en las ciudades,
con tanta delincuencia,
al menos es lo que decimos.
Los presidentes del mundo dicen
que están orando por ti.
No vamos a detenernos,
pequeña amiga,
no hasta que el mundo decida
colapsarnos a todos.
En agonía y desangrentada
no vas a poder escucharme
entre el ruido;
tampoco tengo mucho que ofrecerte
ahora en tu dolor,
más que mi vergüenza propia
y este triste poema descartable.