El laberinto invisible
A tientas y a ciegas bajo el esplendor del cielo inmaculado,
detrás de tus vitrales acrisolados,
penetrando el rosetón de tu notre-dame filosófico vacío de turistas;
encaramado a tus escalerillas de caracol,
toda esa muchedumbre que sos y con la que conversás,
“sí, sí, el arcano está bien guardado en la buhardilla”,
y en los sótanos una sarta de gólems abandonados y a medio hacer.
Repiqueteás los nudillos contra la tapa del pupitre,
apurándome a decir más
como si estuvieras a punto de perder la última galera,
el último navío que surcará esos mares
que no tenés la menor idea de cómo navegar.
Pero al resto del mundo no le va mejor,
viven sus vidas, hacen sus quehaceres, toman sus recreos,
se comprometen, creen que son serios, felices, libres,
sin saber que se hallan
dentro del laberinto invisible.
No, no fueron ni escaparates ni exhibidores
tus percudidos espejos donde se refleja la fiesta,
el vértigo de la vida en la inercia de un museo de cera.
detrás de tus vitrales acrisolados,
penetrando el rosetón de tu notre-dame filosófico vacío de turistas;
encaramado a tus escalerillas de caracol,
toda esa muchedumbre que sos y con la que conversás,
“sí, sí, el arcano está bien guardado en la buhardilla”,
y en los sótanos una sarta de gólems abandonados y a medio hacer.
Repiqueteás los nudillos contra la tapa del pupitre,
apurándome a decir más
como si estuvieras a punto de perder la última galera,
el último navío que surcará esos mares
que no tenés la menor idea de cómo navegar.
Pero al resto del mundo no le va mejor,
viven sus vidas, hacen sus quehaceres, toman sus recreos,
se comprometen, creen que son serios, felices, libres,
sin saber que se hallan
dentro del laberinto invisible.
No, no fueron ni escaparates ni exhibidores
tus percudidos espejos donde se refleja la fiesta,
el vértigo de la vida en la inercia de un museo de cera.
Etiquetas: Reflexivos?
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